Y sigo siendo como una niña, al saber que por más que llore, nadie me va a poder comprar otro juguete al que llamo corazón. |
La
noche había sido demasiado agotadora, y ni Mario ni yo habíamos sacado nada en
claro. Se veía a leguas que nos moríamos por un beso, pero también se veía que
eso llevaba el cartel de ‘imposible’ colgado desde demasiados kilómetros de
lejanía. Es verdad que yo no creía que eso fuera así, era de las que pensaban
que todo se podía conseguir, que nada ni nadie lo podían impedir, pero también
pensaba que lo nuestro era puro amor de verano.
Mandy
e Iván estaban encerrados en el cuarto, mientras que yo estaba sentada con los
pies en cruz en el sillón plateado de Amanda. Llevaba los cascos de ella, y su
móvil mientras que veía fotos de la noche que habíamos pasado todos. Me
absorbí, tanto en mi misma, que por un momento no llegué a escuchar nada de lo
que sucedía a mi lado. Intentaba buscar la razón y el causante a todos esos
dolores horrorosos de mi cabeza, y a las ganas que tenía de echarme a llorar en
ese momento a solas. Quizá era la distancia, o que echaba demasiado de menos a
la pesada de Mercedes, mi madre. Quizá era que me ponía loca el hecho de pensar
que Mario había salido con Clara a pesar de que me había dicho que le gustaba
desde hacia tiempo, o el que no hubiera aparecido aún para darme los buenos
días. La música subía porque apretaba más al volumen para no oír nada, y seguía
pensando más fuerte que todo aquello que pudiera distraerme. De repente,
alguien me tapó los ojos, y me quitó los auriculares. Se acercó a mi oído, y
casi como la brisa matinal del mar, me susurró un buenos días princesa,
acompañado de un dulce beso en la mejilla. Sonreí, como si todo lo que había
pasado por mi cabeza nunca hubiera tenido lugar allí, y le abracé.
-¿Veo
que me has echado mucho de menos, no?
Asentí
como una niña pequeña moviendo mi coleta.
-Qué
preciosa estás por las mañanas.
-Aún
no me he pintado.-Dije-No hay ganas porque no me apetece salir.
-¿Y
eso?-Me apartó del sillón, se sentó él, y luego me subió encima de sus piernas-¿Qué
le pasa a mi niña gnomo?
Lo
miré repulsivamente mientras se reía y me cogía de las manos.
-Veo
que estás de mal humor. Será mejor que no te caliente si no me quiero llevar un
bofetón, ¿verdad?
-Efectivamente.-Contesté-¿Y
qué tal tu noche? ¿Muy sola? ¿Has estado con alguien? ¿Has echado en falta
algo?
-Hey
catalana, tranquila.-Sonrió-Despacio que me lías. Mi noche ha sido sola y
triste. No he estado con nadie, y he echado de menos tu voz y tu sonrisa. ¿Y la
tuya?-Me quedé en blanco y roja como un tomate. Por suerte Iván y Mandy
salieron cogidos de la mano miraron al comedor, saludaron a Mario, y volvieron
a entrar sin decir nada más. Me quedé en silencio durante varios instantes, y
cerré los ojos intentando aguantar lo que llevaba encima.
-¿Y
tu noche, mi niña gnomo?
-Con
mi Manolita. Con ella ya soy suficientemente feliz.-Dije en un tono demasiado
cortante-No necesito a nadie más en mi vida.
-¿Ni
a mí?-Contestó tocando el pelo-¿No me necesitas para ser feliz?
-¿Porqué
saliste con Clara, si yo te gustaba?
-Sabía
que saldría esto.-Dijo llevándose las manos a la cabeza y suspirando-Es
demasiado complicado.
-Soy
demasiado lista para entenderlo.-Dije mirándole a los ojos-¿Por qué? ¿No sabías
el daño que me hacías haciéndolo?
-No
tengo perdón, y lo entiendo.
-No,
no lo entiendes. ¿Es que no sabías que me hacías daño, Mario? ¿Te piensas que
soy de piedra, o qué? Tío, me jode saber que ella está más cerca que tú. Que
tus te quiero eran para ella, y no para mí. No, no lo sabías. Lo hiciste sin
querer, como todos los tíos hacéis. Estoy harta de ser siempre el segundo plato
de todo el mundo. De que nunca sea la primera opción, porque hay muchísimas
chicas mejores que yo. Harta de que la única persona que me quiera sea Amanda.
De que no tenga a otra en mi vida, porque nadie ninguna vez se ha preocupado
por mí. Harta de seguir fingiendo que estoy bien, cuando en realidad necesito
que me des un abrazo ya, y salgamos de aquí. En serio Mario, no te entiendo ni
te entenderé nunca, al parecer.
-Mel…
No sabes porque lo hice.
-Y
no sé si me apetece saberlo. No sé si lo que quiero hacer es coger las maletas
e irme con Manolita e Iván, y no verte. O si de verdad lo que me apetece hacer es
pasar este mes contigo, y ser feliz a tu lado aunque sea poco tiempo. No lo sé,
y dudo mucho que lo sepa. Te necesito en mi vida tanto como necesito a mi mejor
amiga. Pero tú, a diferencia de ella, desaparecerás. No eres para siempre,
Mario. No lo eres ni lo serás nunca. No puedo vivir sin ti, y lo reconozco,
pero también sé que tengo que acostumbrarme hacerlo. Porque si no lo hago ahora…-Rompí
a llorar. Me apoyé en el hombro de Mario, pero enseguida salió Mandy y me llevó
a su cuarto. Mario se quedó en la puerta de la habitación, esperando en el
salón a que saliera, e Iván intentaba que le explicara que había pasado. Amanda
me mira, sorprendida pero con ese brillo en los ojos que me indicaba que iba a
llorar ella también. Me eché a sus brazos como una niña pequeña, y nos sentamos
en el suelo con la espalda en su espejo. Amanda me susurraba cosas preciosas y
me tranquilizaba tocándome el pelo mientras yo lloraba. Pero aún así no era
suficiente para que este dolor se pasara, porque había aguantado mucho tiempo
así- Clara me había dolido desde el momento en el que supe que estaban
saliendo, y desde el primer te quiero que se habían dicho. Era como una especie
de etiqueta en una chaqueta. Te raspa, te duele. Te molesta porque sabes que
está ahí, y que para quitarle tienes que cortarla con unas tijeras. Clara era
como la etiqueta de mi corazón. Estaba ahí, porque sabía que aún era importante
en la vida de Mario. Sabía que él, a pesar de que sentía mucho por mí, aún
quería a Clara. Aún sentía esos te quiero, y estaba segura que cuando cerraba
los ojos el primer rostro que se le aparecía, era el de ella. Era una puta
etiqueta, y me estaba tocando lo que no sonaba, cuando a Mario se le humedecían
los ojos al hablar de ella.
-¿Qué
pasa mi vida?-Dijo Amanda limpiándome las lágrimas-¿Qué te pasa con Mario?
-Es
que… no puedo decirlo Mandy. Me duele demasiado.
-Va,
corazón. Si quieres puedes. Hagas lo que hagas, o sientas lo que sientas hacia
él, yo te voy apoyar. Y si te duele, y no puedes sola, déjame ayudarte.
-Pero
Mandy…
-Venga,
dímelo.-Dijo poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja-¿Por qué has
llorado?
-Por
qué le quiero demasiado.
Buaaa que triste se lo querer a alguien que ves 2 veces al año y que vive en la otra punta de españa, todo lo que se vive es muy intenso pero luego se echa tanto en falta!
ResponderEliminarun capitulo preciosoo =)
Dios mio! ¿Tu estabas falta de inspiracion? Ya veras, ya... Precioso, me encanta. Ya lo sabes ¿eh? Voy a escribir jijiji. Un beso mi niña. Te quiero mucho <3
ResponderEliminarAwww! Me encanta! :) Pobre Mel :( La verdad es que es doloroso solo poder ver a la persona que quieres pocas veces :S Publicad prontoo! :D Un beesazo! :)
ResponderEliminarhola, he visitado tu blog y quiero agregarlo al directorio de blogs, es un blog totalmente dedicado a hacer publicidad gratis de blogs y webs, inscribe tu blog, tendras mas visitas 100% garantizado, si te interesa enviame un email a yulieswett@yahoo.com o visita esta pagina para rellenar el formulario: http://directorio-de-blogs.blogspot.com/p/inscribe-tu-blog-gratis.html
ResponderEliminarvisita el directorio:
http://directorio-de-blogs.blogspot.com
puedes visitar mis otros blogs, si quieres:
http://sweet-yulie.blogspot.com
http://painting-my-world.blogspot.com/
gracias
muy bonito tu blog, ya me hice seguidora :)