Seguidores

sábado, 12 de mayo de 2012

Tú.

No te metas. Somos dos pequeñas princesas que juegan a ser felices.


17 de noviembre, del 1999. El día en que nació, la princesa más bonita de este mundo.

Caminas despacio cuando crees no tener a nadie. Relajas tus músculos y disfrutas de lo que era y no fue. Sigues, dejando atrás todo lo que habías hecho mal y afrontando tu destino, caminando en tu camino. Y cuando llega el final, cuando ya no tienes que hacer nada, porque tu destino se ha ido a la mierda, ella, ella entre todas las del mundo, te coge de la mano y te lleva hacia su lugar. Te aparta de la soledad, te enseña la luz dentro de una habitación oscura. Te ilumina, y encima después de todo, te quiere. Te levanta, si te caes. Te limpia si te ensucias. Es todo lo que puedes desear y es como la hermana que nunca tuve. Es la mejor persona que he conocido nunca. Y después, después de todo lo que hace por mí, es la única que me saca una sonrisa cuando estoy triste y la que me obliga a sonreír aún sin yo querer. Es mi mejor amiga, y la persona por la que daría incluso lo que no tengo, para que fuese feliz. Es a la que cogería de la mano, sin maletas, sin problemas, y me largaría corriendo lejos. Lejos de toda la mierda que nos envuelve.

Puse música sin pensar que sería de ti y de mí. Cerré los ojos, e imaginé todo lo que hicimos, y todo lo que nos queda por vivir. Lloré, lloré con cada nota de esa canción que nos identificaba, y esa canción que marcó nuestros días en mi pequeña casa. Recuerdo los abrazos a las doce de la noche. Las madrugadas hasta las tres. Las risas, las lágrimas. Las salidas hacia parques desconocidos. El metro, el móvil. Pero sobretodo, recuerdo el día en que te vi por primera vez. El primer día en el que te abracé, y me di cuenta de que allí, justo ese día, justo ese instante, fui feliz. Sonreí sin preocuparme por mis dientes, ni por mis mejillas pequeñas y sonrosadas. No me preocupé por el que dirían, o por el que dirán. Fui feliz. Fui el día en el que más feliz me sentí.

Y ahora, seguimos como meses atrás habiamos estado. En puntas diferentes, lugares lejanos. Separadas por esto a lo que se llama distancia, y en partes importantes del mundo en el que vivimos pero no queremos vivir. ¿Qué podría decirte, que no sepas? Me pregunté antes de empezar esto. Supongo que ya sabes incluso más cosas de las que yo misma sé, o no te cabe duda de que después de nuestras peleas, hemos conseguido ser más fuertes y querernos más que antes. Por mí cabeza se ha pasado tantas veces el echo de perderte, que me asusto de volver a pensarlo. Si te pierdo, me pierdo. Si te vas, corro detrás de ti. Si alguna vez esto se perdiera, si por alguna extraña razón, se nos olvidara porque somos amigas, no dudes en leer esto, y sonreír al hacerlo. Somos amigas, porque ambas decidimos serlo. Lo somos porque estamos echas la una para la otra. Porque nos odiamos, nos queremos. Nos matamos pero moriríamos la una por la otra. Lo somos, porque nuestro destino empezó el día en que nos conociamos. Y el destino que ahora formaremos, lo construiremos juntas. Como hemos hecho desde el día en que nos vimos en la encruzijada de aquel diciembre perdido.

¿Qué necesitas para ser feliz? Fácil, te necesito a ti.
Te quiero. Forever & always

sábado, 5 de mayo de 2012

#11: "No sé que siento".

Para ella. Ya sabe quién es, no cal que especifíque. Para ella por hacerme sonreír en estos cinco meses como nadie nunca lo ha hecho. Por merecerse todo lo que tiene ahora, y por que sea feliz. Para ella. Porque la quiero.

Me sujeté en su pecho mientras todos los de aquel restaurante, nos observaban curiosos y risueños. Los más atrevidos soltaban un ‘llévatela al baño y hazla mujer’ y los más gilipollas ya se pasaban con las guarradas que decían por la boca. Miré por la ventana, el final de la calle. Iván y Mandy seguían hablando. Él con un cigarro ya muy gastado y prefabricado por él, y ella con un aspecto triste, y a la vez melancólico. Mario me cogió de la mano, y fuimos a pagar mientras ellos dos hablaban.
-¿Qué fue de nosotros?-Oí que decía Amanda mirando hacia Iván-Has cambiado.
-Hemos cambiado.-Le contestó él calando hasta el último humo de ese apestoso cigarro-A lo mejor lo nuestro nunca iba a llegar a nada. O la tensión que teníamos era sólo sexo.
-Normal que te digan que eres un cerdo.-Dijo ella cabizbaja-Yo no he llegado a pensar que lo nuestro era eso.
-Pues yo sí.-Dijo acercándose a nosotros-Yo si he pensado que lo nuestro era, aquí te pillo, aquí te follo, princesa.
-Eres un cínico.-Dijo levantando la mano para soltarle un guantazo de los suyos.
-Eh, eh.-La aguantó Mario-Aquí no, coño. En la calle.-Me eché a reír.
-Calla que te lo va a dar a ti, imbécil.-Dije por lo bajo-Va Man, ¿qué te ha dicho?
-La verdad.-Contestó rápido Iván.
-Pues no le creas.-Cogí a Mandy de la mano y la abracé-A veces lo que para él, su boca dice que es la verdad, su corazón dice que es la mentira. Ignórale, no merece la pena que te enfades ni te enfurruñes por alguien como él. Es el típico de los típicos. Cuando pasas de ellos, es cuando te hacen caso, créeme.
-¿Y si siento algo por él, de lo que me he intentado convencer que no lo siento, y se va a escapar en el momento más tonto?
-Pues sí se te escapa, se te escapó. Conozco a este gilipollas desde parvulario, y sé que tiene más sentimientos de los que aparente tener. Es sólo que no sabe comportarse con alguien que le gusta, y actúa así. Como un retrasado mental.
-Me parece bien tu conclusión.-Dijo Mandy riendo.
-A mí que sonrías. No estés mal por alguien como él, y mucho menos le demuestres que lo estás ante sus ojos. Si te dijera yo, que antes de que se acabe el verano, este de aquí se ha enamorado de ti, acertaría. Porque es la verdad.
-Te quiero, tonta.
-Y yo a ti, imbecila. Pero a veces debes de pensar que los tíos son así. Que este es solo uno de los muchos que te vas a encontrar por tu vida, y que a lo mejor, este no es para siempre. Pero estoy segura que llegará alguien, que lo será hasta el fin de tu vida.
-¿Y tú?-Dijo cambiando la cara sin apartarse de mí-¿Qué te traes con Manolo?
-¿Manolo?-Reí-Hacia tiempo que no le llamaba así-Sonreí-Nada especial que no sea una amistad.
-Sí, sí. Ya, ya. A alguien le gusta Mario…-Nos reímos.
-Eres una cotilla.
-Igual que tú, ¡por eso somos amigas!-Me reí.
-¿No era porque nos queríamos?
-No, no.-Dijo segura-Es porque somos idénticas. ¿Quién si no iba a aguantarte? ¡Pues alguien como yo!
-A que me aguantas…
-Ay, que tonta eres. Te aguanto porque quiero, y porque tú me aguantas cuando nadie lo hace. Te aguanto porque eres importante para mí, y porque me gusta que te pongas tristona y te hagas más pequeñita de lo que eres para abrazarte. Te aguanto porque sí, y punto.
-¡Eso no es una razón!-Dije mientras salíamos del restaurante-El porqué sí, no vale.
-Pues porque lo digo yo.-Me sacó la lengua, y me besó la mejilla-Anda boba. Sabes el porqué, y punto. Yo te escribí en una libreta, me acuerdo perfectamente, que yo iba a estar en lo bueno y en lo malo. Y que confiaras en mí como si fuese tu propia sombra, ¿recuerdas? Pues ya está. La hago con mucho gusto, todo lo que hago. Y más si lo hago por ti.-Sonreí.
-Eres tonta.
-Mucho y lo sabes.
-Pero eres mi tonta, ¿sí?
-¿Siempre, Manolita?-Me dijo sonriente.
-Siempre.

Iván decidió marcharse a dormir a casa de Mario. Amanda y yo nos quedamos solas en su casa, y como de costumbre, comenzamos a oír ruidos y a ver cosas que no estaban, pero parecían estar. Amanda llevaba una lámpara sin encender, y yo una linterna por si era un fantasma o algo parecido. Las dos, a las dos y media de la madrugada que eran, nos dimos por vencidas y picamos a la puerta de Mario. No pensábamos dormir sabiendo que ahí había algo que no era muy normal.
Mario nos dejó su cama para que durmiéramos juntas como siempre. Ellos, no sé si decirlo, más caballerosos, estuvieron hasta tarde jugando a que sabe que cosas, y acabaron rendidos en el sofá. A la mañana siguiente, me desperté por cierto olor a café que no era muy normal, y agarré un muñeco de la cama del vecino de Mandy por si era un ladrón. Caminé, no demasiado deprisa por si me oía, y me paré al ver quién era.
-Son las diez de la mañana.
-Las nueve en Canarias.
-No seas gilipollas, que lo sé. ¿Quién eres tú, y dónde está mi amigo?
-Me lo he comido.-Rió irónico.
-Iván, te sueles levantar a las dos del mediodía. ¿Y ese cambio repentino?
-No he podido dormir sabiendo que Amanda estaba en la otra habitación.
-¿Por qué? ¿No era sólo sexo para ti? Bueno, que me parece feísimo, pero ¿no crees que te estás contradiciendo?
-Es que yo ya no sé que siento por ella.-Se sentó en el sofá con el café.
-¿A qué te refieres?-Dije acoplandome a su lado.
-A que tengo miedo a enamorarme.
***
Sé que el capítulo no me tocaba a mí, pero Adriana no ha podido por una serie de cosas. Mientras ella no pueda, seguiré escribiendo yo para no dejar de lado este blog. Sé que os gusta más como escribe mi Manolita, pero lo siento muchísimo, me vais a leer a mí xd Espero que os haya gustado, y que leáis el próximo capítulo, que yo espero que sea el de ella :)
Mil besitos <3